No me siguen

Homenaje

Publicado por rambonarda viernes, 13 de julio de 2012

Para todos los que se andaban preguntando por mi paradero, les contaré la historia de mi panadero.
Se llama Horacio, como Embón y como Guaraní, es hincha de Atlanta, tipazo como pocos, como esos que ya no quedan.
Horacio de pequeño era liero aunque algo lento para las matemáticas, sin embargo aquella deficiencia no le impidió soñar, soñó a lo grande porque se sabe a la hora de soñar no hay mucha limitación que digamos y su sueño fue sencillo, él quería ser carnicero, le daba alegría imaginarse rodeado de chorizos y busecas y mantuvo ese sueño durante muchos años, más precisamente hasta los 33 cuando perdió su virginidad con una prostituta del barrio, fue en aquel momento histórico en el que se dió cuenta que no sabía diferenciar entre la nalga y la cuadrada pero principalmente el motivo que lo movía a ser carnicero fue su fascinación por los huevos de Toro Alberto, ante la imposibilidad de diferenciar los cortes vacunos y ante la resistencia del Beto Toro (como cariñosamente lo llamaba él a las partes nobles del toro) a  ser faenado, así vió tumbado aquel deseo.
Durante algunos años cayó en una depresión terrible dando por resultado su comienzo en el vegetarianismo, le causaba asco, repulsión ver la carnaza colgar de esos ganchos que se suelen ver tan frecuentemente en las carnicerías.
Era hora de buscar un nuevo rumbo, de encontrar algo que le trajera satisfacción a sus días desdichados.
Y ese algo lo encontró cuando vió que le era más sencillo diferenciar entre un pebete y un miñón, entre una medialuna de manteca y otra de grasa. Tuvo maestros pero no recuerda sus nombres, sin embargo, fueron ellos los que lo pusieron en el buen rumbo y de ésta manera, hoy, Horacio maneja a la perfección el arte de mezclar harina, agua, sal y levadura en su justa medida, logrando alimentar a familias y a palomas por igual.

Mi homenaje para él. Disculpen, me emocioné


5 comentarios

  1. rambonarda Says:
  2. colega: Mira que bien que conviven en este post los toros y las prostitutas. Un homenaje para mi barrio y para tí tambien

     
  3. Amperio Says:
  4. Me hizo acordar de un carnicero justicialista de Villamartéli que, además de carne, vendía güevos. Y en cierta oportunidad, la mujer del carniza se encontró con otra señora que había comprado güevos, también, pero en el supermercado. La carnizamujér reprobó su conducta y le dijo que los güevos del Coto eran insaboros y pequeños. Y la exhortó a volver a comprar los güevos del Alberto que erán más oscuritos y más mejores. Y la remató diciendo: "No hay como los güevos de mi marido.."
    UAP, calandraca. No ponga güevos porái como el tordo. Cada güevo en su lugar denota el orden de un militante justicialista. Amén.

     
  5. gen71 Says:
  6. Como las rectas paralelas que en el infinito se cortan, como la cinta de moebius, como la calle Berlín de Parque Chas que se muerde la cola; quizás la vocación del Horacio pareciera disparada hacia otros rumbos de harina y levadura, aparentemente distantes de los del chinchulín y la molleja.
    Sin embargo, estos caminos se cortan bastante mas acá del infinito; ya que nada sería del choripán sin esta noble pieza de masa cocida que no solo lo complementa, sino que comparte cartel en el nombre con el embutido.

    En todo caso, el deseo del Horacio de meter la mano entre las nalgas trozadas se vea sublimado hoy en su realidad de la mano entre los panes, que es mas o menos lo mesmo.

    Todo tiene que ver con todo, como decía el comisario Ibáñez...

     
  7. rambonarda Says:
  8. Amperio:

    Su historia me hizo emocionar como aquella del broche de oro que una y otra vez le supliqué me contara.
    Los huevos yo los pongo bien frappé en un omelé, pongalé. Aunque para ser sincera nunca supe separar bien la clara de la yema, pero lo sigo intentando, algún día capaz con suerte, quien le dice?

    La próxima maniseada que sea en la carnicería peronista de marteli, así los maniseros podremos tocar los huevos y frotarlos contra un peyeto, logrando así armar una empanada gallega de nerca.

    UAP, Balestrini

     
  9. rambonarda Says:
  10. Gense:

    Es verdad eso que dice, quizás el deseo irrefrenable del Horacio de meter mano a la carnaza se ve hoy cumplido con un palo de amasar en una mano y un poco de harina en la otra. Y quizás, tan sólo quizás, cuando el Horacio se come un canelón con lentejas, añora su vida lejos del vegetarianismo y tan cerca de una mondiola campestre y peronista.

    No lo sé, un día que le vea le pregunto

     

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